miércoles, 15 de octubre de 2008

Preguntas para contratar un servicio de SEO


¿Dónde encontrar un SEO? ¿Qué costos tiene contratar un SEO? ¿Necesito Posicionar mi Web? ¿Mi SEO trabaja bien? Estas y otras preguntas son las que seguramente muchas personas se hacen y aquí trataremos de aclarar algunas de ellas.

Si hablamos de Marketing Online, no debemos dejar de hablar del SEO, Search Engine Optimizer, lo que se traduce como Posicionamiento Web. El SEO es el arte de optimizar una página para que la misma quede posicionada en buscadores en los resultados de búsquedas relacionados a la misma.

Vamos primero por lo mas básico… ¿Mi Web o proyecto, necesita posicionarse? Generalmente las empresas que ofrecen servicios de posicionamiento Web, tratan de atrapar al potencial cliente ofreciéndole “duplicar sus ganancias y/o clientes”, si bien esta frase puede ser verdad, no siempre es aplicable, pero nos sirve para explicar lo siguiente. Tener presencia en Internet no significa tener un Web, si tienes una Web y nadie la visita, es como que no estuviera, entonces debemos trabajar en nuestra Web para que sea visitada por usuarios que estén interesados en lo que nosotros ofrecemos, y contratar un SEO es siempre una buena opción. En Internet se puede encontrar todo tipo de servicios y productos, así como también existen usuarios que seguramente buscan lo que tu ofreces, no importa lo rebuscado que fuera. Así que la respuesta correcta es, si, todo proyecto o Web necesita posicionarse sin importar lo que la misma ofrezca, siempre habrá potenciales clientes esperando encontrarla.

¿Dónde encontrar un SEO? Pues nosotros no te podemos recomendar una agencia o un SEO especifico, ya que de este modo perdería credibilidad nuestro artículo y de todos modos no es ese el fin. Buscando por Internet y en las bolsas online de trabajos podrás encontrar cientos de personas que trabajan posicionado sitios o también podrás encontrar agencias específicas que ofrecen esos servicios.

¿Mi SEO trabaja bien? Esta pregunta es una de las más repetidas por los dueños de los sitios y esta muy bien que se la hagan, pues al fin y acabo el trabajo del SEO, así como puede mejorar el posicionamiento de una Web, también lo puede empeorar si aplica técnicas penalizadas y poco éticas. Los servicios de Posicionamiento Web mas seguros son los que te ofrecerán las Agencias, pues ellas tienen un nombre que mantener limpio y no pueden arriesgarse a realizar trabajos mal concretados, porque eso podría manchar su imagen, pero ojo, en las agencias no encontraras a los mejores SEOs, pues en este rubro, los mejores trabajan para ellos mismos, sin ofrecer sus servicios en agencias, por lo cual, si tu crees que tu Web necesita de un SEO de alto nivel, pues te recomendamos buscar SEOs independientes y de algún modo chequear trabajos realizados por este.

¿Qué costos tiene contratar un SEO? Los costos son muy variados y hasta se duplican según en la zona que viva el SEO, por ejemplo en España podrás encontrar SEOs muy profesionales, pero los aranceles de los mismos son de cientos de euros al mes, en Sudamérica podrías contratar uno por un precio menor a 100€ y esto no quiere decir que sea peor, solo que los costos de vida son totalmente diferentes. Por otro lado, los SEOs suelen cobrar de manera diferente, algunos (la mayoría) cobran una tasa mensual alta y requieren un trabajo mínimo de 6 meses o mas dependiente la complejidad del trabajo, otros prefieren cobrar un tasa mensual baja, pero acordando un premio a medida que se van cumpliendo los objetivos, y para finalizar los hay quienes solo cobran por objetivo, es decir, si el objetivo del cliente es entrar a los 10 primero resultados de google por la palabra “Marketing Online” una vez que dicho objetivo se cumpla, el SEO cobra por el trabajo realizado, generalmente es el método mas seguro y económico pero no es el mas común y quienes lo ofrecen son los SEOs con menor experiencia.

Fuente: BlogMKTG

La paradoja de los clientes satisfechos que abandonan la empresa

Autor: IESE Insight

Alcanzar la máxima satisfacción del cliente parece la mejor vía para fidelizarlo. Sin embargo, en ocasiones, los clientes excesivamente satisfechos pueden acabar abandonando la empresa...

La sabiduría convencional del marketing sostiene que los clientes que más utilizan los servicios de una empresa son los menos proclives a abandonarla.

Al fin y al cabo, sugiere el sentido común, si son grandes clientes, deben de estar satisfechos con el servicio.

Y, sin embargo, un estudio de la consultora Bain & Company reveló que los usuarios que más utilizan el teléfono móvil son los más propensos a cambiar de operador.
Un mismo fenómeno se ha podido observar, entre otros, en el sector de los servicios financieros.

Pero, ¿cómo se explica esta aparente contradicción?

Si bien está demostrado que la satisfacción ayuda a retener clientes, hallazgos como el de Bain & Company añaden un nuevo matiz a esta premisa.

La clave del análisis radica en que los consumidores eligen la intensidad de su relación con la empresa en función de su nivel de satisfacción.

Los clientes satisfechos deciden establecer una relación más intensa, suscribiéndose a más servicios.

Sin embargo, la capacidad de prestación es limitada. Por lo tanto, al incrementarse las relaciones con los clientes satisfechos, el proveedor suele verse obligado a reducir la calidad.

De esta forma, el mayor uso conlleva inevitablemente un mayor número de fallas y una disminución en la capacidad de respuesta de la compañía.

Finalmente, muchos clientes que decidieron incrementar sus relaciones con la empresa se convierten en un consumidores insatisfechos que se van a la competencia.

Algunas lecciones para directivos

La paradoja presenta algunas lecciones útiles para directivos a la hora de gestionar calidad de servicio y políticas de precios.

Un aumento de la calidad o un descenso de los precios harán que los servicios sean más valiosos para los clientes, incrementando su satisfacción.

No obstante, es necesario respetar ciertos límites.

Un recorte excesivo de precios genera un gran flujo de contrataciones de nuevos servicios. Ante las limitaciones en la oferta, previsiblemente aumentarán las fallas. El resultado: muchos clientes quedarán insatisfechos y abandonarán la compañía.

El mismo comportamiento ocurre cuando la empresa mejora notablemente la calidad de sus servicios sin incrementar sus precios.

Por lo tanto, el desafío radica en encontrar un valor óptimo en la relación calidad-precio percibida por los usuarios.

Cuando el consumidor percibe que está recibiendo gran valor por un precio bajo, seguramente decidirá contratar nuevos servicios.

Y, si la empresa no está preparada para ajustar velozmente su oferta, la calidad del servicio decaerá y acabará registrándose la curiosa paradoja del cliente satisfecho que abandona la compañía.

Fuente: MATERIABIZ

Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?

Autor: Abel Grau

Internet ya es para muchos el mayor canal de información. Cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, ver vídeos y escuchar música, consultar enciclopedias, mapas, conversar por teléfono y escribir blogs. En definitiva, la Red filtra gran parte de nuestro acceso a la realidad. El cerebro humano se adapta a cada nuevo cambio e Internet supone uno sin precedentes. ¿Cuál va a ser su influencia? Los expertos están divididos. Para unos, podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad. Para otros, la tecnología se combinará en un futuro próximo con el cerebro para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual.
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Uno de los más recientes en plantear el debate ha sido el ensayista estadounidense Nicholas G. Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y asesor de la Enciclopedia británica. Asegura que ya no piensa como antes. Le sucede sobre todo cuando lee. Antes se sumergía en un libro y era capaz de zamparse páginas y páginas hora tras hora. Pero ahora sólo aguanta unos párrafos. Se desconcentra, se inquieta y busca otra cosa que hacer. "La lectura profunda que solía suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo", señala Carr en el provocador artículo Is Google making us stupid? (¿Está Google volviéndonos tontos?), publicado en la revista The Atlantic. Carr achaca su desorientación a una razón principal: el uso prolongado de Internet. Está convencido de que la Red, como el resto de medios de comunicación, no es inocua. "[Los medios] Suministran el material del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensar", insiste.

"Creo que la mayor amenaza es su potencial para disminuir nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación", advierte Carr, a través del correo electrónico. "Mientras Internet se convierte en nuestro medio universal, podría estar readiestrando nuestros cerebros para recibir información de manera muy rápida y en pequeñas porciones", añade. "Lo que perdemos es nuestra capacidad para mantener una línea de pensamiento sostenida durante un periodo largo".

El planteamiento de Carr ha suscitado cierto debate en foros especializados, como en la revista científica online Edge.org, y de hecho no es descabellado. Los neurólogos sostienen que todas las actividades mentales influyen a un nivel biológico en el cerebro; es decir, en el establecimiento de las conexiones neuronales, la compleja red eléctrica en la que se forman los pensamientos. "El cerebro evolucionó para encontrar pautas. Si la información se presenta en una forma determinada, el cerebro aprenderá esa estructura", detalla desde Londres Beau Lotto, profesor de neurociencia en el University College de Londres. Y añade una precisión: "Luego habría que ver si el cerebro aplica esa estructura en el modo de comportarse frente a otras circunstancias; no tiene por qué ser así necesariamente, pero es perfectamente posible".

Lo que queda por ver es si esta influencia va a ser negativa, como vaticina Carr, o si va a ser el primer paso para integrar la tecnología en el cuerpo humano y ampliar las capacidades del cerebro, como predice el inventor y experto en inteligencia artificial Raymond Kurzweil. "Nuestras primeras herramientas ampliaron nuestro alcance físico, y ahora extienden nuestro alcance mental. Nuestros cerebros advierten de que no necesitan dedicar un esfuerzo mental (y neuronal) a aquellas tareas que podemos dejar a las máquinas", razona Kurzweil desde Nueva Jersey. Y cita un ejemplo: "Nos hemos vuelto menos capaces de realizar operaciones aritméticas desde que las calculadoras lo hacen por nosotros hace ya muchas décadas. Ahora confiamos en Google como un amplificador de nuestra memoria, así que de hecho recordamos peor las cosas que sin él. Pero eso no es un problema porque no tenemos por qué prescindir de Google. De hecho, estas herramientas se están volviendo más ubicuas, y están disponibles todo el tiempo".

Oponer cerebro y tecnología es un enfoque erróneo, según coincide con Kurzweil el profesor JohnMcEneaney, del Departamento de Lectura y Artes lingüísticas de la Universidad de Oakland (EE UU). "Creo que la tecnología es una expresión directa de nuestra cognición", discurre McEneaney. "Las herramientas que empleamos son tan importantes como las neuronas de nuestros cráneos. Las herramientas definen la naturaleza de la tarea para que las neuronas puedan hacer el trabajo".

Carr insiste en que esta influencia será mucho mayor a medida que aumente el uso de Internet. Se trata de un fenómeno incipiente que la neurología y la psicología tendrán que abordar a fondo, pero de momento un informe pionero sobre hábitos de búsqueda de información en Internet, dirigido por expertos del University College de Londres (UCL), indica que podríamos hallarnos en medio de un gran cambio de la capacidad humana para leer y pensar.

El estudio observó el comportamiento de los usuarios de dos páginas web de investigación, uno de la British Library y otro del Joint Information Systems Comittee (JISC), un consorcio educativo estatal que proporciona acceso a periódicos y libros electrónicos, entre otros recursos. Al recopilar los registros, los investigadores advirtieron que los usuarios "echaban vistazos" a la información, en vez de detenerse en ella. Saltaban de un artículo a otro, y no solían volver atrás. Leían una o dos páginas en cada fuente y clicaban a otra. Solían dedicar una media de cuatro minutos por libro electrónico y ocho minutos por periódico electrónico. "Está claro que los usuarios no leen online en el sentido tradicional; de hecho, hay indicios de que surgen nuevas formas de lectura a medida que los usuarios echan vistazos horizontalmente a través de títulos, páginas y resúmenes en busca de satisfacciones inmediatas", constata el documento. "Casi parece que se conectan a la Red para evitar leer al modo tradicional".

Los expertos inciden en que se trata de un cambio vertiginoso. "La Red ha provocado que la gente se comporte de una manera bastante diferente con respecto a la información. Esto podría parecer contradictorio con las ideas aceptadas de la biología y la psicología evolutivas de que el comportamiento humano básico no cambia de manera súbita", señala desde Londres el profesor David Nicholas, de la Facultad de Información, Archivos y Bibliotecas del UCL. "Hay un consenso general en que nunca habíamos visto un cambio a esta escala y rapidez, así que éste podría muy bien ser el caso [de un cambio repentino]", añade, citando su ensayo Digital consumers.

Se trata de una transformación sin precedentes porque es un nuevo medio con el potencial de incluir a todos los demás. "Nunca un sistema de comunicaciones ha jugado tantos papeles en nuestras vidas ?o ejercido semejante influencia sobre nuestros pensamientos? como Internet hace hoy", incide Carr. "Aun así, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha prestado poca atención a cómo nos está reprogramando exactamente".

Esta alteración de las maneras de buscar información y de leer no sólo afectaría a los más jóvenes, a los que se les supone mayor número de horas conectado, sino a individuos de todas las edades. "Lo mismo les ha sucedido a maestros, profesores y médicos de cabecera. Todo el mundo muestra un comportamiento de saltos y lecturas por encima", precisa el informe.

Carr insiste en que una de las cuestiones clave es el modo de lectura "superficial" que va ganando terreno. "En los tranquilos espacios abiertos por la lectura de un libro, sostenida y sin distracciones, o por cualquier otro acto de contemplación, establecemos nuestras propias asociaciones, extraemos nuestras propias inferencias y analogías, y damos luz a nuestras propias ideas". El problema es que al impedir la lectura profunda se impide el pensamiento profundo, ya que uno es indistinguible del otro, según escribe Maryanne Wolf, investigadora de la lectura y el lenguaje de la Tufts University (EE UU) y autora de Cómo aprendemos a leer (Ediciones B). Su preocupación es que "la información sin guía pueda crear un espejismo de conocimiento y, por ello, restrinja los largos, difíciles y cruciales procesos de pensamiento que llevan al conocimiento auténtico", señala Wolf desde Boston.

Más allá de las advertencias sobre los hipotéticos efectos de Internet sobre la cognición, científicos como Kurzweil dan la bienvenida a esta influencia: "Cuanto más confiamos en la parte no biológica (es decir, las máquinas) de nuestra inteligencia, la parte biológica trabaja menos, pero la combinación total aumenta su inteligencia". Otros discrepan de esta predicción. La mayor dependencia de la Red conllevaría que el usuario se vuelva vago y, entre otras costumbres adquiridas, confíe completamente en los motores de búsqueda como si fueran el grial. "Lo utilizan como una muleta", señala el profesor Nicholas, que recela de que esa herramienta sirva para liberar al cerebro de las tareas de búsqueda para poder emplearse en otras.

Carr va más allá y asegura que el tipo de lectura "vistazo" beneficia a las empresas. "Sus ingresos aumentan a medida que pasamos más tiempo conectados y que aumentamos el número de páginas y de los elementos de información que vemos", razona. "Las empresas tienen un gran interés económico en que aumentemos la velocidad de nuestra ingesta de información", añade. "Eso no significa que deliberadamente quieran que perdamos la capacidad de concentración y contemplación: es sólo un efecto colateral de su modelo de negocio".

Otros expertos matizan bastante el pronóstico de Carr. El experto en tecnología Edward Tenner, autor de Our own devices: how technology remake humanity (Nuestros propios dispositivos: cómo la tecnología rehace a la humanidad), se suma a la crítica de Carr pero añade que no tiene por qué ser irreversible. "Coincido con la preocupación por el uso superficial de Internet, pero lo considero como un problema cultural reversible a través de una mejor enseñanza y un mejor software de búsqueda, y no como una deformación neurológica", explica desde Nueva Jersey (EE UU). "Sucede como con la gente que está acostumbrada a los coches y a las tumbonas pero entiende la importancia de hacer ejercicio".

En definitiva, científicos como Kurzweil destacan el potencial de Internet como herramienta de conocimiento. "La Red ofrece la oportunidad de albergar toda la computación, el conocimiento y la comunicación que hay. Al final, excederá ampliamente la capacidad de la inteligencia humana biológica. Y concluye: "Una vez que las máquinas puedan hacer todo lo que hacen los humanos, será una conjunción poderosa porque se combinará con los modos en los que las máquinas ya son superiores. Pero nos mezclaremos con esta tecnología para hacernos más inteligentes".
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Fuente: ElPaís

Los cinco mayores clichés del marketing digital


Hubo un tiempo, digamos 2002, en el que la inversión en digital era una parte ridícula del total de los presupuestos de marketing, y vivíamos en un mundo donde pocos anunciantes se atrevían a ir más allá del banner. En 2008 nos encontramos en la situación opuesta: la inversión en medios digitales es todavía demasiado baja, pero guiados por ese deseo de parecer al día, algunos anunciantes se han lanzado a abrazar todas y cada una de las tácticas digitales. De todo ello ha resultado un escenario en el que algunas de ellas están peligrosamente cerca del abismo, avisa Mark Cregar, presidente de Emerging Marketing Consulting, en un artículo reproducido esta semana por Anuncios y tomado de su blog www.emergingmarketing,blogspot.com.

Así este profesional destaca los cinco mayores clichés del marketing digital:

1. La página en la red social En 2006, todas las marcas tenían que tener una página en MySpace. Ahora tienen una necesidad igualmente urgente de tenerla en Facebook. El resultado es habitualmente el equivalente a un anuncio perdido en el amplio mundo de una red social, añadiendo escaso valor para el consumidor o la marca. Según Cregar, lo que podrían intentar es construir un perfil que reflejara la personalidad única de la marca, su origen o sus beneficios.

2. El escaparate en Second Life Incontables compañías han colocado sus escaparates en este mediagénico mundo virtual. Pero los altos costes de implementación (desde 100.000 a 5 millones de dólares), la necesidad de mantenimiento y baja tasa de uso (alrededor de 30.000 visitantes de media en un momento dado), han dado lugar a unos resultados decepcionantes. La solución para este experto sería incorporar sus marcas en actividades digitales mucho más masivas y sencillas como los juegos. Algunos se juegan millones de veces y te permiten medir la vinculación con mucha más precisión que antes.

3. Los concursos creativos on line Dejando a un lado el asunto de la estrategia y la calidad, la táctica, según Crega, está siendo afectada por su ubicuidad y la falta de participación (rara vez más de cien o doscientos). En cambio, sería más útil tratar de usar ese público para conocer su opinión de un spot que al menos tenga una estrategia, independientemente de quien lo haya creado.

4. La red social ¿Por qué tener una página en Facebook cuando puedes tener tu propio Facebook?. La gente de marketing trata de crear seguidores fanáticos de sus marcas a base de montar redes sociales alrededor de ellas. El problema es que las redes sociales no crean pasión por las marcas, solamente pueden utilizar la pasión que ya existe. Para Cregar, las marcas tendrían primero que invertir en crear pasión, aunque sea a través de esas poco atractivas prácticas de la vieja escuela, como un servicio al cliente excelente, innovación en los productos o un marketing relevante.

5. Las series on line de branded entertainment Si el entretenimiento hecho para entretener (por ejemplo, los programas de televisión) muchas veces no alcanza las expectativas, crear algo verdaderamente interesante para vender tu marca es forzosamente el doble de difícil. Como consecuencia, la mayor parte de este contenido termina por fracasar como entretenimiento, como fue el caso de Bud.TV Este experto sugiere integrar sus marcas en algo realmente interesante (por ejemplo, el patrocinio de Stride Gus en el programa de baile de Matt Harding) o, simplemente, dar a los creativos reconocidos carta blanca y ver qué pasa (como la serie de cortos de BMW).

Fuente: MarketingNews

lunes, 13 de octubre de 2008

Haga de su marca más que un logo

Autor: Juan Manuel de Toro, Carlos Pérez, Marta Mira

Un buen nombre hace mucho por una marca, pero no más que un buen servicio de venta, que puede perdurar en la memoria de un consumidor mucho tiempo.

El impacto del nombre, el logo y los colores pueden percibirse a primera vista. Pero, más allá de estos elementos intrínsecos a la marca, existen diversos factores externos que también configuran su valor. En "Fuentes externas de valor de la marca", el profesor del IESE Juan Manuel de Toro, junto a Carlos Pérez y la asistente de investigación Marta Mira, identifican seis elementos externos que contribuyen al valor de la marca: el producto, el precio, la segmentación de mercado, la publicidad, la distribución y la red de ventas.

Las empresas necesitan conseguir productos líderes. Para ello es necesario invertir en herramientas comerciales, como estudios de mercado y métodos de análisis que recojan la opinión de los consumidores. La presión por los resultados a corto plazo no debe hacer olvidar a las empresas que la base de una marca líder es un producto líder y que el producto es el embajador de la marca. No existe quimera más irrealizable que construir el valor de una marca con un producto de mala calidad.
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El pacto del precio

Gestionar una marca de forma adecuada es, básicamente, conseguir que los consumidores compren más. Y la determinación del coste del producto, para conseguir este objetivo, es un factor clave que no puede gestionarse de manera aislada. Es parte del contrato que se establece entre cliente y empresa.
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De las fuentes externas del valor de la marca, ésta es la que más afecta a los clientes y la que determina en gran medida la percepción de la calidad del producto.
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El precio tiene un significado complejo y juega un importante papel en la identificación de la calidad. La tensión se produce al intentar bajar los precios y aumentar las percepciones del consumidor sobre la calidad del producto. Existen límites para la credibilidad: si la calidad del producto sube y el precio baja, puede llegarse al punto en el que el consumidor deje de creer que la oferta sea posible.
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Esta cuestión puede afectar en gran medida a la tercera fuente de valor de la marca: la segmentación. Cuanto mejor segmentado esté un mercado, mayores serán las posibilidades de una empresa de llevar a cabo programas comerciales que satisfagan las necesidades de los consumidores. Una vez logrado el éxito de la estrategia inicial, las decisiones más habituales en este campo son aprovechar la marca para:
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Dirigirse a un segmento de mercado diferente. Esta acción puede traer consigo un gran rendimiento, pero al mismo tiempo pone en peligro la percepción de los clientes originales.

Crecer en otras categorías de productos dirigidas al mismo segmento. El riesgo es perder la especialización de la marca.

Aprovechar la marca para aplicarla a una categoría distinta de producto y mercado. Este es el movimiento más arriesgado.

La gestión correcta de la segmentación consiste intentar servir a la mayor cantidad posible de segmentos bajo la misma marca, minimizando los riesgos.
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La publicidad y su impacto en la imagen Las marcas son el resultado de un trabajo a largo plazo. Día a día, los consumidores van creándose una imagen del producto o servicio y en ese contexto juega un papel muy importante la publicidad.
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Como cuarta fuente de valor de la marca, la publicidad permite a las empresas proyectar los valores de la marca ante su público objetivo. Sin embargo, cada vez más la audiencia está más saturada de mensajes publicitarios y su impacto diferenciador es más difícil de obtener. Además, la publicidad en los medios masivos es pasiva: no permite conocer las respuestas de los consumidores a los mensajes. Por ello algunas marcas ya utilizan otros canales bidireccionales como Internet o el marketing directo para posicionarse.
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Sea como sea, la publicidad en medios tradicionales - especialmente la televisión - sigue siendo el principal medio para dotar de imágenes y personalidad a una marca.
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Para distinguirse entre la cantidad de anuncios emitidos, la clave es utilizar una buena estrategia (buena segmentación, asociación a temáticas interesantes para el target o utilizar técnicas como el "product placement" en series de ficción para sortear el obstáculo del zapping.
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La radio tiene como ventaja el bajo coste y la de ser un medio que goza de gran confianza en países como España. Lo mismo que la prensa local, útil en campañas centradas en ciertas zonas. Sin embargo, éste último puede llegar a ser un medio muy pasivo (al igual que las vallas y carteles).
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A diferencia de los anteriores, Internet es un medio que estimula el papel del consumidor activo. Otra herramienta es el marketing directo, que permite un contacto más personal con el consumidor. Su desventaja es la percepción de cierto intrusismo por parte del destinatario de los mensajes. Actualmente muchos programas de marketing utilizan bases de datos con información de consumidores ya segmentada. Otro método es el merchandising o la publicidad puesta en la tienda. Pero si se quiere lograr un objetivo en el corto plazo la manera más idónea son las promociones.
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Desde fines del siglo XIX se da otro componente en la construcción del valor de una marca: el patrocinio. Ya en 1928 Coca Cola patrocinó los Juegos Olímpicos. Para que la inversión en este ámbito de réditos, el público que asiste debe coincidir con el mercado objetivo de la marca, el evento debe ser suficientemente conocido, tener la imagen deseada y ser capaz de crear las asociaciones en el mercado objetivo. A través del patrocinio, la empresa transmite que tiene unos valores más allá de la de fabricar un producto. De aquí surge la idea del marketing social o con causa.
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De la tienda al consumidor Tan importante como estos factores es la manera en que el producto se distribuye. ¿Es mejor un canal selectivo o extensivo? Hoy es muy difícil encontrar el caso de un fabricante que utilice un único canal y los detallistas son los que tienen un contacto más directo con los clientes. Se establece una relación entre la tienda y la imagen de la marca de los productos que venden. Una forma de controlar este tipo de asociaciones es montar una distribución propia a través de las "tiendas empresa", aquellas que crean sus propias tiendas dentro de los grandes almacenes (Tommy Hilfiger, Levi's, etc.)
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Por último, es erróneo pensar que sólo estos elementos o una buena gestión las herramientas de marketing determinan el valor de la marca. La red de ventas debe de ser igualmente efectiva para que entregue todo lo que el consumidor espera de la marca. Variables como la rapidez, la puntualidad, la seguridad, la fiabilidad o la amabilidad en servicio resultan clave.
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Las redes sociales modifican los comportamientos de compra

La interacción online está cambiando el modo en que los consumidores se acercan a los productos. Las opiniones vertidas en la red influyen en las decisiones de compra y las marcas que deseen sobrevivir tendrán que hacer de los blogs, comunidades y demás elementos parte de su estrategia de marketing.

El influjo de internet varía según la edad. Según un estudio elaborado en 2008 por la página de comparativas de precio PriceGrabber, la generación más imbuida es la Y. Datos del sondeo, recogidos por eMarketer muestran que el 85% de estos jóvenes participan en redes sociales y el 57% lo hacen en blogs.

Una encuesta realizada en agosto de 2008 a comerciantes online y patrocinada por Internet Retailer, revela los siguientes datos: el 39,9% de los sondeados usa redes sociales, el 32% tiene página en Facebook, el 27% en MySpace y el 26% en YouTube. Los retailer ya están en proceso de adaptación a las nuevas tecnologías.

Internet es un poderoso indicador sobre la percepción que los consumidores tienen sobre las marcas. Las empresas deberían de estar alerta sobre lo que de ellas se dice además de generar interacción. A los usuarios les gusta compartir sus experiencias de compra por la red. De hecho, un informe confeccionado por la Society for New Communications Research para Nuance Communications demuestra que tres cuartos de los encuestados adquiere servicios y productos en base a las opiniones online de otros consumidores.

Las fuentes de información que generan mayor confianza a la hora de tomar una decisión de compra en la red son los blogs y los foros de discusión. También consideran fiables las recomendaciones de familiares y amigos, el boca-oreja en general y los estudios de consumo.

Fuente: marketingdirecto.com